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Jan, el pintor

 

Sus profundos ojos azules se clavaron en los míos dejándome sin aliento durante algunos segundos. Esos ojos recordaban al mar en un día de verano y abarcaban toda la luz y calidez del mundo. 

 

Quise retirar mi mirada por timidez pero resultó imposible. Sus ojos me atraparon y presa de ellos intenté esbozar una leve sonrisa. Lo siguiente que me llamó la atención fue su sonrisa, amplia, franca y blanca como la nieve. Una ojeada mal disimulada por mi parte me descubrió a un hombre alto, fuerte, de complexión atlética y bien parecido. Llevaba el pelo rapado al cero, lo que le confería una apariencia más atractiva, si cabe.

 

……………..

 

MI primera exposición  había resultado un éxito, más de la mitad de los cuadros vendidos y una buena crítica artística  eran el resultado de unos cuantos años de trabajo. Esa tarde se presentaba tranquila y aun no había entrado nadie. Un movimiento en la puerta reveló a una desconocida entrando con curiosidad contenida. Desde el otro extremo de la sala pude echarle un buen vistazo a la joven. Vestía unos shorts que dejaban al aire sus largas piernas, unas sandalias planas y una camisa blanca y ancha completaban el atuendo. Tenía el pelo largo y castaño claro, boca pequeña, orejas de elfo y unos enormes ojos verdes. No tenía mucho que hacer, así que me acerqué con paso decidido a ella. Yo mismo le explicaría las curiosidades y  anécdotas que reunía mi colección.

 

   - Eres el vigilante?- preguntó ella con una media sonrisa

   - No, soy el autor

   - Tu has pintado esto? En serio?- pregunto ella algo incrédula

   - Pues si

 

……………..

 

No podía apartar la mirada de sus obras. Si sus ojos me habían atrapado en un primer momento, ahora era su obra la que tenía a mi alma presa. Con cada cuadro descubría algo nuevo, el dominio de los colores, la forma surrealista de plasmar la realidad tal y como él la veía. Sus palabras dándome detalles de cada una de esas pequeñas obras de arte eran la banda sonora perfecta para satisfacer mi curiosidad artística. Mi mirada se perdía en los azules profundos de las olas nocturnas culminadas en reflejos de plata de luna, en las gotas salpicadas por el pez que saltaba entre las olas y en el cielo la luna resplandeciente testigo de todo ello. El gato  Socks mirando a un pájaro, unas cuantas sargantanas surrealistas, meditación total, el viento sobre las rocas en un día de tormenta… y como recurso divino y recurrente: la pequeña isla, el pequeño paraíso. Su obra me cautivó.

 

……………..

 

La joven parecía prendada de mi obra, sus ojos absorbían cada pincelada, cada detalle, se abstraía deliciosamente con cada cuadro que descubría. Yo le iba describiendo algunos detalles e iba contestando a sus preguntas. Estaba, ciertamente, tan fascinada por mi obra como yo lo estaba por ella. Como pintor me enorgullecí de mi trabajo, como hombre estaba empezando a perder el norte por esa joven tan atractiva. 

 

……………..

 

Conseguí apartar mi mirada de su obra para volver a perderme en el azul de su mirada. Pasaron unos segundo de tenso silencio. En este punto, no sabía qué decirle así que opté por darle las gracias con una sonrisa, menos tímida en esta ocasión y le aseguré que había sido un placer conocerle. 

 

……………..

 

Llegamos al último cuadro, una pequeña contribución a las reivindicaciones contra las excavaciones petrolíferas que iban a realizarse cerca de la isla. Por fin sus ojos volvieron a los míos. Me dio las gracias, me aseguro que había sido un placer conocerme y se marchó. Mi mirada siguió su delgada silueta, pasaron unos largos minutos mientras intentaba pensar con claridad y mis ojos seguían en la puerta por donde había salido… tal vez, si me apresuraba, aun estaría a tiempo de preguntarle su nombre…

 

……………..

 

Mientras me dirigía a la salida iba pensando en Quino, el director del museo donde yo trabajaba como restauradora de arte. No me sería demasiado difícil convencerle para que contactase con ese joven artista. La promesa velada de volver a verle dibujó una sonrisa en mis labios durante un buen rato.

 

……………..

 

No hubo suerte, mi atontamiento había durado demasiado y no la encontré. Aun así, supe en mi fuero interno que, de un modo u otro, volveríamos a encontrarnos. Y esa vez no la iba a dejar escapar tan fácilmente.

 

 

 

 

Nota de la autora: 

Este relato está inspirado en un pintor real que tuve el placer de conocer este verano. Su obra, como a la protagonista de mi historia, me cautivó completamente. Las referencias a su físico y a su obra artística son veraces. El resto del relato es producto de mi imaginación y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. 

Si os interesa la pintura artística y os he despertado la curiosidad podéis ver fotografías de la obra de este joven pintor en Facebook, previo consentimiento del autor. Su nombre: Jan Ribes Drogt, su obra: “Retrat d’un paradís". Magnífica.

 

 

Written by Susana Gomez

 

 

 

 

 

 

 

 

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